Dice el refranero que "la cara es el espejo del alma" y me lo pregunto mientras observo fascinado esta imagen publicada hoy en la web de La Guardia Civil y varios medios de comunicación masivos. La composición, titulada "HUÍDOS DE LAS JUSTICIA", así en mayúsculas y con un llamativo color rojo, no se si rojo sangre o rojo España, incluye los retratos de las diez personas más buscadas por la ley española. Siempre me han hipnotizado las imágenes de fotomatón y en especial las fichas policiales, las cuales defiendo como una de mis grandes influencias. Y otra vez vuelvo a preguntarme si realmente la cara es el espejo del alma.
Muchas veces en mis talleres hablamos de este tema, de si es posible captar el alma de las personas en una fotografía o al menos parte de su personalidad. A la vista de esta composición tengo que concluir que no.
Miro a la cara de estas diez personas y tengo que reconocer que jamás diría que Vasile LUPU es un homicida. No se lo que habrá hecho, supongo que bastaría con googlearlo para saberlo pero no me interesa. Se parece enormemente al repartidor que justo ayer me trajo una tarjeta Compact Flash que compré por Internet. ¿Y si es el mismo? Me pregunto.
Miro a la cara de María Laura ESPÍNOLA OJEDA, de Paraguay. La miro y la miro y no dejo de ver a la ejecutiva simpática que ayer en el metro ayudó a una anciana a recoger la compra que se había regado por el suelo tras un frenazo. Todo con la misma sonrisa apenas esbozada con la que posa para la foto. ¿Quién tomó la foto? ¿Es una foto de comisaría o la habrán sacado de su perfil de Facebook?
Miro a Jorge SIMARRO ARBIZA, alias Gordo, un nick poco pensado, la verdad, pero también alias Silver Surfer, esto si que es una sorpresa. ¿Quién le pondría semejante mote? ¿Que parecido encontró el que así le bautizó entre Jorge y el legendario personaje del comic de Marvel al que tanto admiro? ¿Qué habrá hecho Silver Surfer para que su "atentado contra la salud pública" le haya convertido en uno de los "most wanted"? No parece arrepentido, como mucho un poco incómodo porque reconoce que algo "se le ha ido de las manos". En realidad ninguno parece arrepentido, ni siquiera nerviosos ante la cámara que es más de lo que la mayoría podemos dar en un retrato.
Podría seguir con el resto pero me voy a detener porque no veo que llegue a ninguna conclusión. Si tuviera que llegar a una, o dos, diría que
a) Definitivamente soy incapaz de distinguir a un asesino por su retrato
b) Podría estar rodeado de asesinos...