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Thursday, December 12, 2013

PUNTO Y APARTE.


Los que sean muy imaginativos podrían incluso imaginar que las dos líneas son rectas sólo en apariencia, pues lo que ocurre en realidad es que se curvan apenas perceptiblemente y vuelven a encontrarse a sí mismas creando un punto idéntico en un lugar infinitamente lejano. Pero esto es una conjetura muy complicada así que sigamos con las rectas que son mucho más agradecidas y requieren menos esfuerzo.

  que El Punto fuera la consecuencia de la intersección de tres planos. Dos verticales que se cruzan en ángulos de noventa grados y un tercero horizontal que los corta a ambos. 

 El Punto sigue creyéndose punto y aparte, pero en realidad forma parte de tres planos infinitos. Es más, en realidad parecen planos pero si los pudiésemos observar desde muy lejos veríamos que se curvan imperceptiblemente de tal forma que acaban encontrándose a sí mismos. Por si esto fuera poco  es muy probable que hubiera infinitas diagonales que también coincidieran en el punto formando un todo continuo, pero esto complicaría mucho las cosas y no es apto para todas las imaginaciones así que lo vamos a dejar a un lado y seguiremos con los tres planos rectos. 



 en algún momento de su evolución, ha conseguido ver a otros puntos del plano horizontal, pero no a los que habitan en los verticales. A su vez, tampoco los de los verticales pueden ver al del horizontal, de hecho hasta se consideran horizontales. Para rizar el rizo supongamos ahora que estos planos, en lugar de estar fijos, están en movimiento, con lo cual El Punto, que se cree siempre el mismo, en realidad es diferente a cada momento. Sólo su localización en el tiempo y el espacio es siempre la misma, pero no él. Esta complicación da lugar a un hecho que le desconcierta y entristece a partes iguales:  los puntos de su mismo plano se mueven, en realidad él también se mueve pero no lo sabe, y a base de moverse llega un momento que sus vecinos tocan con los planos verticales y en ese cruce se cambian del plano horizontal a uno vertical (o diagonal si has sido capaz de imaginarlo)   Esta tristeza por la desaparición no es nada si supiera que en realidad no solo él no se mueve (y eso que no percibe que se mueva) si no que tampoco lo hacen sus compañeros ni los planos sino que lo que ocurre es que a cada segundo todo el conjunto es destruido y vuelto a crear. El conjunto es constantemente recién nacido pero cada punto recibe un implante con recuerdos que le hacen creer que lleva algún tiempo existiendo. Como tiene estos recuerdos, deduce que también seguirán ocurriendo cosas después… pero no es cierto. No sabe que en el instante siguiente todo habrá desaparecido y microinstantes después todo habrá vuelto a nacer de nuevo.   

Thursday, November 28, 2013

PREGUNTAS SIN RESPUESTA SOBRE EL RETRATO PSICOLÓGICO

A la hora de abordar un retrato se me activa una reacción en cadena  de preguntas.  ¿Porqué algunas imágenes tienen más “presente” que otras?  ¿Cómo utilizan las personas su imagen para estar más o menos presentes? ¿A qué nos referimos cuando decimos que alguien tiene “presencia”? ¿Puede la cámara captar y reproducir esa “presencia”? Lo que a una persona le otorga presencia ¿Sirve también para una imagen fotográfica?  ¿Porqué personas con gran presencia personal tienen escasa presencia fotográfica y viceversa? ¿Cuáles son los códigos que utilizo para afirmar mis opiniones al respecto? 
La cámara fotográfica  es una potente metáfora del proceso de captación de la realidad del ser humano que nos permite descubrir no solo cómo vemos, sino, cómo no-vemos. Gracias a nuestros escasos y poco desarrollados cinco sentidos creemos ingenuamente percibir la realidad o gran parte de ella. En la fotografía pasamos de cuatro dimensiones (largo, alto, profundo y tiempo) a dos (largo y alto)  y creemos estar representando la realidad pero lo cierto es que al hacer clik ya la hemos dejado atrás, más muerta que viva. Como dijo Roland Barthes “La fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente”  Para compensarlo disponemos de ese  poderoso mago ilusionista al que llamamos cerebro que con meticulosa eficacia se encarga de reconstruir lo que falta y cuyo funcionamiento entraña el misterio más grande de la existencia humana.
Desde el momento en que tenemos una cámara en las manos se activa en nosotros la reflexión sobre cómo interpretamos la vida. Al decidir el encuadre y el punto de foco desechamos el 99,99 % de lo que nos rodea para quedarnos con un mínima fracción que contiene, aún así, una ingente cantidad de información sobre nuestra realidad. El simple hecho de observar qué nos ha llevado hasta esa imagen nos está revelando quiénes somos y cuáles son nuestras ideas sobre el mundo. Analizando el interés en esa figura y el método de abordaje podemos iluminar nuestro propio comportamiento ante el proceso de vivir. Hay quien duda, quien no duda y quien no se permite dudar. Hay quien busca las personas y quien las evita. Quien busca la sonrisa o quien busca el llanto. Quien piensa en sí mismo y quien piensa en las alabanzas que recibirá. Hay quien pide ayuda y quien hace lo imposible por no pedirla… Podríamos seguir hasta el infinito y seguiríamos sin saber si estamos hablando del acto fotográfico o de la vida en sí misma porque probablemente no haya ninguna diferencia entre el uno y la otra. Eso sí, quizás  la fotografía nos pueda resultar un método más accesible que el vano intento de analizar la  complejidad del proceso vital.
El proceso de fotografiar nos obliga a reflexionar sobre nuestra identidad. Al accionar el disparo se acciona también una ráfaga de preguntas. ¿Quién soy? ¿Soy una cámara que retiene todo aquello que fotografía? ¿O soy una cámara que deja pasar la luz sin identificarse con lo que ve?¿Tal vez me identifico más con el que mira a través de la cámara siendo ésta la que me hace llegar lo que llamo la realidad? ¿Podría  ser  una mezcla de ambos? ¿Y si no fuese lo uno ni lo otro sino la conciencia que contiene a los dos?



Wednesday, April 17, 2013