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Friday, December 12, 2014

MEDITACIÓN

Meditar es el cambio más radical que he llevado a cabo en toda mi vida. Saber cómo funciono me ha llevado a hacer las paces con el entorno y conmigo mismo. 
Meditar es extremadamente sencillo y extremadamente complicado. Es observar. Hay muchas formas de hacerlo. La que yo he elegido es el zazen. Estar sentado y observar la respiración. Parece fácil pero antes de que transcurran un par de respiraciones veo como he sido interrumpido por pensamientos. Reconozco los pensamientos porque son transportados por palabras. El reto es que durante un rato no haya palabras en la mente sino únicamente la imagen del aire entrando y saliendo por la nariz. Poco a poco los momentos de observación pura se van alargando. Puedo permanecer unos segundos, quizás un minuto sin apartarme de la sencilla imagen del aire entrando y saliendo y resulta muy agradable. Al final siempre hay un pensamiento que interrumpe. Para mi los pensamientos son como vagonetas de una montaña rusa. En algún punto en la parte de atrás de mi mente, un sitio que no puedo ver, alguien lanza una vagoneta: "tengo que terminar el proyecto para la próxima exposición". De forma automática me subo en la vagoneta y empiezo a dar vueltas alrededor de mi verdadero ser. Me aparto del centro y me convierto en el pensamiento.  Cuando me doy cuenta me bajo de la vagoneta, vuelvo al centro y la dejo ir. Vuelvo a la respiración, el centro. Espero atentamente el momento en que el siguiente pensamiento llegue. Si estoy atento puedo reconocer la vagoneta, sobre su vía hecha de palabras, y dejarla pasar sin subirme. Otras veces me doy cuenta de que estoy subido cuando ya estoy mareado. 
A veces, cuando llevo un rato enfocado, intento descubrir el origen de los pensamientos, remontar el río hasta la fuente original. Como en la película "Inception" de Christopher Nolan, buscaba el momento en el que nace el sueño, yo busco el espacio y el momento en el que brota el pensamiento. Y sobre todo descubrir "quién" lanza los pensamientos. Todavía no he llegado allí. No se si se puede. Sobretodo porque en el momento en que estoy queriendo ir más lejos ya estoy pensando y por tanto alejándome de mi meta. Esta es la maravillosa paradoja de la meditación: en el momento que te dices "lo tengo" acabas de perderlo.

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